Este grupo de púberes veinteañeros podría haber estado muy lejos de provocar la conmoción generalizada que ha logrado su álbum debut en el panorama musical independiente, sobretodo por inexperiencia. Siempre sorprende cuando gente tan joven puede llegar tan lejos en su puesta de largo y firmar un trabajo que puede ser difícil de superar en obras posteriores, éste puede ser uno de esos casos.
The xx, con ese nombre tan raro para algunos, misterioso, incluso hasta irritante, ha estado en boca de todos desde que este debut salió a la luz y se convirtieron en la nueva sensación británica independiente.
Compuesto por dos chicos y dos chicas (ahora son sólo tres) presenta un pop emocional y complejo, de cajas de ritmos y beats justos y mucho bajo y punteo de guitarra, jugando inteligentemente con la falta de ruido, es decir, con el silencio, que es el aliado perfecto para el sonido que defiende este (ahora) trío.
"Intro" nos mete de lleno en el universo de xx, un pasaje instrumental que desprende melancolía y misterio, una tónica que predomina a lo largo del disco. Las letras, cantadas entre chico y chica, establecen diálogos entre ambos que hablan de los temas propios de una etapa como la de la adolescencia, el amor y el desamor, la frustración, la soledad o el sexo.
Canciones como Islands, Crystalized (el single) o Shelter son pequeñas joyas de pop minimalista, y algún que otro tema más experimental de la talla de "Fantasy". Todas sazonadas con electrónica simplista, beats realmente sencillos pero muy efectivos y teclados evocadores, esta gente juega de manera magistral con dichos elementos y los conjuga para crear algo que suena realmente fresco e innovador, y sobretodo, conmueve, una puesta de largo brillante y sobrecojedora.
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